miércoles, 7 de abril de 2010

LA CASTA, INNERES AUGE, LA SITUACIÓN NO ES BUENA

INTERESANTE ARTÍCULO DE PEREZ REVERTE ,SON LOS TIEMPOS-. FRANCO BATTIATO CANTA EN ITALIA MOVIENDO EL FELPUDO DE LAS CORRUPCIONES Y LA INMORALIDAD REINANTE CON SU INNERES AUGE, CELENTANO TAMBIÉN PONE SU GRANO DE ARENA SOBRE LA SITUACIÓN QUE NO ES BUENA, Y TANTOS Y TANTAS VOCES QUE SE ALZAN EN ESTOS TIEMPOS CONTRA LOS PODERES Y LAS CORRUPCIONES: ES NECESARIO DESENMASCARAR Y EVIDENCIAR LA CONDICIÓN HUMANA, SU CORRUPCION Y CORRUPTORES. HOY, QUE APARENTEMENTE "NO PASA NADA, Y PASA" LAS NUEVAS CASTAS Y SUS INSTITUCIONES OLVIDARON QUE EL MUNDO SOMOS TODOS Y QUE OTRA REALIDAD ES POSIBLE. TODO COMIENZA POR LA REVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA.

ESA GENTUZA




Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.


Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.


Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.


De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.
Autor: Arturo Pérez Reverte




Letra y Música de INNERES AUGE, FRANCO BATTIATO

Como una manada de lobos que baja del altiplano ululando o un enjambre 
de abejas hambrientas devoradoras de pétalos olorosos precipitan rodando 
como
 piedras de altísimos montes que se despeñan

Hay quién dice: ¿Qué hay de malo en organizar fiestas privadas con bellas 
jóvenes
 para regocijar a Líderes y Servidores del Estado?
no lo hemos entendido,

y ¿Por qué siempre tenemos que pagar también los extras a los agilipollados?




¿Qué pueden hacer las leyes dónde reina sólo el dinero?


la Justicia no es nada más que una mercancía pública,

¿De qué vivirían charlatanes y estafadores

si no tuvieran dinero en efectivo para echarlo como anzuelo entre la gente?



La línea horizontal nos lleva a la materia

la vertical, hacia el espíritu



Con los ojos cerrados se vislumbra un rayo

que con el tiempo, y necesitando paciencia,

abre el ojo interior: Inneres Auge, Das Innere Auge




La línea horizontal nos lleva a la materia,

la vertical hacia el espíritu



Cuando vuelvo en mí, por mi camino,

a leer y estudiar, escuchando a los grandes del pasado,

¡me basta una sonata de Corelli para maravillarme de la 
creación!





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